¿Cuál es el producto de previsión ideal para cada etapa de la vida?

Cada etapa de la vida tiene sus propias necesidades de previsión. Vivimos expuestos a multitud de riesgos que podrían afectar tanto a nuestro patrimonio como a nuestra integridad física. Cuando somos jóvenes y tenemos otras personas a cargo la principal necesidad es asegurarles el bienestar si nosotros faltamos. Cuando nuestros niños son ya mayores y menos dependientes debemos ahorrar para planificar nuestra propia jubilación.

Dedicar unos minutos a analizar correctamente nuestras necesidades y los riesgos a los que estamos expuestos es un paso necesario para poder realizar una buena planificación financiera que nos permita vivir más tranquilos.

 

¿Qué actitudes podemos tomar en relación al riesgo?

1.- Eso le pasa a los demás, a mí no.

Es la indiferencia, vivir despreocupada o irresponsablemente sin valorar adecuadamente el riesgo y sin establecer ninguna medida de prevención. Esta actitud puede conducirnos a una situación real de indefensión o precariedad: la invalidez o el fallecimiento de uno de los cónyuges puede desestabilizar económicamente el hogar familiar

2.- Ahorraré un poco cada mes por si acaso.

Pensar que guardar una parte de nuestros ingresos mensuales es suficiente para afrontar imprevistos puede parecer una buena idea, pero:

¿Cómo estar seguro de que no ocurrirá mientras todavía estoy todavía ahorrando?

¿La cantidad que he ahorrado será suficiente?

¿Podré ahorrar para imprevistos y para la jubilación a la vez?

3.- Tengo un patrimonio importante, ya estoy cubierto.

Si realizamos cálculos correctos, es posible que el respaldo de nuestro patrimonio nos haga pensar que no necesitamos contratar un seguro. Sin embargo habrá que tener en cuenta la liquidez de ese patrimonio para hacer frente a los gastos del día a día, el pago de deudas, los gastos de sucesiones en caso de fallecimiento, el coste de los cuidados en caso de invalidez, etc.

¿Tengo la seguridad de obtener liquidez inmediata en caso fallecimiento o invalidez?

¿La necesidad influirá en el precio de venta?

 4.- Asegurarnos.

El Seguro de Vida es el único producto que garantiza, desde el primer día en que se contrata, la seguridad económica necesaria en caso de fallecimiento de asegurado. Además los seguros complementarios de invalidez también nos protegen a nosotros y a nuestros seres queridos de esta contingencia.

Los seguros de Vida-Ahorro tradicionales nos permitirán afrontar diversas etapas con holgura. Estudios universitarios, jubilación o dependencia estarán debidamente cubiertos si hemos realizado una correcta planificación a lo largo de la vida.

En definitiva el seguro nos permite vivir la vida con más confianza.

 

Principales hitos vitales y sus seguros

El acceso al mundo laboral marca el principio de nuestra independencia económica y suele llevarnos a nuestro primer contacto con el mundo financiero, nos compramos un coche, amueblamos nuestro primer piso de alquiler e incluso nos planteamos comprarnos una casa.

Estar soltero y sin cargas no nos exime de cubrir esas deudas en caso de imprevistos, así nuestros padres o hermanos podrán recibir nuestros bienes libres de carga, con un coste ínfimo para nosotros.

 

La creación de una familia:

Nuestras prioridades han cambiado y comienza a preocuparnos la protección integral. ¿Encontrar la combinación perfecta para nosotros con un producto que combina la cobertura de fallecimiento, la invalidez y el ahorro a largo plazo? ¿Y que además permita aumentar o disminuir los capitales cubiertos en caso de fallecimiento en función de las necesidades en cada momento?, sí es posible.

Pensar en la formación de los hijos:

¿Quién no quiere poder ofrecer las mejores oportunidades a sus hijos? Con una buena planificación es posible asegurarles un importante capital garantizado en una fecha determinada, aunque hayan dejado de pagarse las primas por fallecimiento del asegurado.

Un capital que permitirá el acceso a una educación de calidad, suponga una ayuda para el comienzo de su propio ahorro o el empujón que necesitan para poner en marcha su idea de negocio.

Preparar la jubilación:

A partir de los 40 es de vital importancia concienciarse y comenzar a constituir el capital que nos servirá para complementar la pensión pública de jubilación.

Una planificación asesorada por profesionales, que nos orientarán e informarán sobre el tratamiento fiscal de las diferentes opciones y el capital asegurado que debemos establecer en función de nuestras circunstancias personales, fuentes de ingreso, activos disponibles, deudas pendientes, capacidad de ahorro, pensión de jubilación esperada, etc. Con las coberturas adecuadas según nuestras necesidades de previsión familiar.

Aunque tengamos un perfil inversor arriesgado siempre debemos asegurar con productos garantizados como los seguros de vida, un mínimo vital que nos permita afrontar la jubilación de forma digna si el resto de nuestras inversiones van mal.

Planes de Previsión Asegurados (PPA), Seguros Individuales de Ahorro a Largo Plazo (SIALP) y Planes Individuales de Ahorro Sistemático (PIAS), son algunas de las opciones para dar un tratamiento fiscal privilegiado a los seguros de ahorro tradicionales.

 

Cubrir la dependencia:

Hemos cuidado de todos los detalles, es probable que no tengamos deudas importantes y nuestros hijos se hayan emancipado, ahora nos toca ocuparnos de nosotros mismos y los seguros con cobertura de dependencia son la herramienta perfecta para ello.

Un ventajoso tratamiento fiscal y un funcionamiento pensado para ahorrar y a la vez garantizar una renta vitalicia en caso de invalidez y/o dependencia, hacen de este producto un buen aliado y un instrumento eficaz de previsión social complementaria.

Disponer del ahorro en la jubilación:

Llegado el momento de la jubilación y dependiendo de las elecciones que hayamos ido realizando a lo largo de nuestra vida laboral, obtendremos el fruto de la buena planificación disfrutando de Rentas, Capitales garantizados o una combinación de ambos, que nos permitirán mantener nuestro nivel de vida anterior a la jubilación durante muchos años.

Planificar financieramente para todo el ciclo vital, con vistas a la cobertura de contingencias que sobrevienen a edades maduras y avanzadas, nos va a permitir disponer de un complemento adecuado de la pensión pública que no solo influirá en nuestro bienestar sino también en el de todos.

Para esta planificación podemos confiar en los productos gestionados a través de las entidades aseguradoras, expertas tanto en la gestión de la longevidad como en la optimización de las inversiones en activos seguros a largo y muy largo plazo (más rentables), lo que les permite ofrecer productos específicos a sus asegurados con garantías reforzadas también en el actual escenario de rentabilidades reducidas.